Hace 50 años se llevaba a cabo en Argentina la rebelión popular, obrera y estudiantil más importante del siglo XX, el Cordobazo. La insurrección se dio en las vísperas del tercer aniversario del gobierno de facto presidido por Juan Carlos Onganía que, desde sus inicios, configuró un escenario de ataque a los derechos sociales y políticos de las mayorías populares.
En el marco del gobierno represivo, antipopular y antiperonista, pese a la división que experimentaba la CGT entre los liderazgos de Vandor y Ongaro, ambas facciones coincidieron en convocar a un paro general de 24 horas para el 30 de mayo, en reclamo de la reapertura de la negociación colectiva y actualización salarial suspendida en el ‘67. En Córdoba, las dos regionales de la CGT decidieron convocar a un paro de 36 horas, que comenzaría a las 10 de la mañana del 29; es decir, lxs trabajadorxs se encontraban en su lugar de trabajo al momento de iniciar la huelga. La provincia tenía demandas particulares que llevaron a la decisión de adelantar el paro, como la quita del sábado inglés. A su vez, al reclamo obrero se le sumó el movimiento estudiantil que ya se había movilizado en contra de las intervenciones en las universidades públicas. La muerte de un trabajador del SMATA, convirtió la protesta en una insurrección urbana.
Es interesante reflexionar que desde su acontecimiento las figuras de los hombres que participaron del Cordobazo tomaron un lugar privilegiado en las páginas de la historia, mientras que se invisibilizó la actividad de muchas mujeres o se les reservó el lugar de “señoras de” en las crónicas de la época. En este sentido, cobra especial relevancia el libro publicado en 2018 por Editorial Las Nuestras de Bibiana Fulchieri titulado “El Cordobazo de las mujeres” en el que se reunió el testimonio de veinte mujeres protagonistas de la gesta, en un ejercicio de reconstrucción histórica con perspectiva de género.
Entender al Cordobazo como un hecho espontáneo no es correcto, ni tampoco lo es interpretarlo como un todo organizado. Estas protestas son muestras de la radicalización política del período, en el marco de un contexto internacional que parecía configurar un escenario de oportunidades políticas para las clases subalternas en distintos lugares del mundo.
En la coyuntura actual, como estudiantes, graduadxs y docentes de Relaciones del Trabajo no podemos dejar de cuestionarnos la vulneración constante que se realiza sobre el sector trabajador, por medio de reformas laborales -legales y de hecho-, que restringen y eliminan derechos conquistados por lxs trabajadores, adquiridos por medio de lucha y movilizaciones.
La historia se repite, aunque no lo hace del mismo modo. La pérdida de conquistas, la detención y muerte de trabajadorxs en huelgas y movilizaciones populares son hechos que están presentes en nuestra actualidad político-social. La fortaleza colectiva que tenían lxs trabajadorxs y estudiantes en la década del ‘70 fue limada con la dictadura primero y con la construcción de una subjetividad neoliberal después. Esta ideología implantada en la década del ‘90 y exacerbada en el actual gobierno considera que las personas son “recursos” de la organización, estigmatiza cualquier tipo de organización colectiva y política, naturaliza las diferencias de clase, realza la meritocracia y preconiza la competencia entre trabajadorxs.
En este contexto, la jornada de paro general convocada para el día de hoy permite colocar en agenda la contundente oposición al modelo económico, político, social y laboral vigente que se evidencia en los lugares de trabajo y en los barrios.
Esta realidad nos convoca, una vez más, a reflexionar críticamente sobre nuestro rol como profesionales de Relaciones del Trabajo formados en la universidad pública. En este sentido, creemos que no basta únicamente con difundir declaraciones a favor del paro general sino de ser consecuentes con aquello que se proclama en los actos cotidianos. Como integrantes de Democratización RT consideramos que re-politizar los espacios que habitamos en nuestra Carrera significa discutir nuestra formación, y dar el debate sobre qué carrera queremos y para qué sector de la sociedad nos formamos, independientemente de los puestos de trabajo que ocupemos. Esto permitiría re-editar un piso de concepciones ideológico-políticas comunes que sean justas con los horizontes emancipatorios que nos dejaron los y las protagonistas del Cordobazo.