UN PROYECTO DE SOCIALES PARA LA POSPANDEMIA
La pandemia y las medidas adoptadas contra ella implicaron para lxs docentes de la UBA y de Sociales el enorme esfuerzo de elaborar estrategias de virtualización de nuestro trabajo. Un escaso o nulo apoyo logístico y de infraestructura, erráticas orientaciones institucionales y las viejas y conocidas restricciones presupuestarias han estado a la orden del día en estos catorce meses por demás complejos.
A esta conflictiva situación general se suma, a nivel de nuestra Facultad, una profunda crisis política e institucional, recrudecida luego de que la decana rompiese la alianza que había tejido con radicales y peronistas afines al Rectorado para poder imponerse en las elecciones de 2017. Desde las elecciones de 2019, en las cuales actores oficialistas se volvieron opositores -y viceversa-, el Consejo Directivo se encuentra partido en dos bloques que cuentan con la misma cantidad de representantes y afronta grandes dificultades para encontrar un funcionamiento regular. Mientras tanto, acusaciones cruzadas, chicanas, amenazas jurídicas y aprietes laborales se han vuelto moneda corriente.
La inminencia de las elecciones universitarias ha agravado la crisis. La decana y sus aliadxs procuran fijar una fecha para los comicios, al menos para el claustro de profesorxs, para de ese modo “congelar” el padrón y frenar la ilegítima y escandalosa incorporación por la ventana de profesores procedentes del CBC, que el Rectorado viene llevando adelante desde hace más de un año con el fin de volcar el “poroteo” a su favor y hacerse de las riendas de la Facultad.
Pero el irregular ingreso de estxs profesorxs al padrón de Sociales -que, como es fácil imaginarse, en su mayoría responden políticamente a la gestión de Barbieri y la del Secretario Académico del CBC (quien a su vez lidera en nuestra Facultad la facción enfrentada a la decana)- no es la única maniobra a la que apelan el radicalismo y sus aliados. También forma parte de su repertorio el retraso de las designaciones de profesores no afines con concursos ya sustanciados, la ralentización de concursos pendientes (mediante, por ejemplo, el “extravío” de expedientes) e incluso, en las últimas semanas, la quita de quórum al Consejo Directivo con el fin de impedir las sesiones y evitar todo intento de contrarrestar sus políticas de manipulación del padrón electoral.
Sin embargo, estos conflictos de reciente data, a los cuales la inmensa mayoría de la comunidad de Sociales asiste impávida, no son los únicos que afrontamos en la Facultad. En realidad, coronan un largo y sostenido proceso de disgregación institucional que lleva años, muchos más que los que ocupan la gestión de la actual decana.
Como bien sabemos, en Sociales se enseña, se estudia y se investiga, mucho y bien. Pero como proyecto académico-universitario, la Facultad se ha convertido en una mera federación de carreras, y ha reducido su vida política a una empobrecida “rosca” permanente entre los grupos afincados en cada una de ellas.
Es imperioso ponerle fin a esta situación, refundando un proyecto que nos permita volver a pensarnos como una comunidad, transparentando los concursos y los nombramientos, asegurando condiciones de infraestructura adecuadas, estableciendo el claustro único docente en las Juntas de Carreras, transformando el anticuado modelo de cátedras actualmente vigente y terminando de una vez con la “política del padrón” como criterio dominante en la designación de docentes y en la sustanciación de concursos.
La subordinación de la política institucional a la lógica de la “rosca” entre facciones no hace más que empobrecer la vida académica. Desde Sociales Interclaustros expresamos nuestra preocupación por la situación que estamos viviendo y ponemos de manifiesto nuestra disposición a articular alternativas viables para superarla y reconstruir nuestra institución, hoy profundamente dañada.