8M Día internacional de la mujer trabajadora: desigualdades históricas, pandemia y el pago chico ¿Por casa cómo andamos? 

  1. Un apunte sobre las mujeres en pandemia

Este 8 de marzo nos encuentra en una pandemia que puso en evidencia la vigencia y profundidad de las desigualdades de género. Una gran cantidad de informes y estudios nacionales e internacionales mostraron con números lo que ya sabíamos por intuición, por vivencia, por acción política y porque ha sido teorizado y discutido desde una perspectiva académica. En efecto, tanto desde la teoría social feminista como de otras vertientes que colocan el eje en las desigualdades de género se sostiene que: i) el capitalismo necesita del patriarcado, ya que el trabajo productivo se asienta sobre el trabajo reproductivo; ii) ese trabajo reproductivo es realizado por defecto en su mayor parte por mujeres; iii) ese trabajo no se paga o se paga a otras mujeres. 

La pandemia produjo numerosos efectos. Por un lado, agudizó las históricas desigualdades en términos cuantitativos (mayores cifras de desocupación, subocupación y pobreza, entre otras) y cualitativos (la segregación ocupacional a sectores con peores remuneraciones y condiciones de trabajo y la dificultad para acceder a lugares de poder y decisión). Por otro lado, generó otras desigualdades específicas vinculadas a la situación de pandemia tal como señalan la CEPAL y la OIT. Recomendamos especialmente el informe sobre la crisis de los cuidados que trabaja con datos recientes de la EPH. 

Además, el confinamiento ocurrido durante el ASPO produjo el aumento de las situaciones de violencia intrafamiliar. 

Esta situación de violencia material y simbólica se sostiene sobre la construcción de estereotipos de género que siguen muy arraigados en nuestra cultura. ¿Qué podemos hacer al respecto? 

 

  2. Luces y sombras de un contexto y un clima cultural favorable 

Nuestro Espacio nació en el año 2009. Desde ese momento, propusimos colocar sobre la mesa la discusión de la perspectiva de género en nuestra Carrera y profesión. Para ello realizamos acciones concretas: presentamos proyectos, solicitamos que se analice la estructura de las cátedras, pedimos cupo de género en los jurados para concursos, realizamos actividades y apoyamos la aprobación de una materia sobre diversidad sexual (acciones que siempre fueron rechazadas por la gestión y los/las consejeros/as oficialistas). Once años después, la situación es otra merced a la potencia de los movimientos feministas los que lograron colocar algunos temas en la agenda pública. Sin dudas, el hito más importante en nuestro país es la aprobación reciente de la Ley 27.610 de Interrupción Voluntaria del Embarazo. La creación del Ministerio de las Mujeres, géneros y diversidad y el arribo a la arena estatal de militantes feministas supone un espacio institucional sobre el que disputar la histórica desigualdad. No obstante, esto no es automático ni alcanza. Como bien sabemos, la creación de las Secretarías de la Mujer en los sindicatos, las comisiones y direcciones en los organismos públicos o empresas privadas muchas veces funcionan como válvula de escape para canalizar la demanda y estar a la moda, pero tienden a reproducir o profundizar las desigualdades existentes. En materia de relaciones del trabajo, es necesario analizar la estructura sindical, empresaria, los roles, métodos y oportunidades en las organizaciones y los contenidos de los estatutos internos, reglamentos, leyes y de la negociación colectiva.  ¿Podemos hacerlo? No se puede disminuir las desigualdades de género sin discutir la estructura y los espacios de poder. ¿Cuántas mujeres conforman las comisiones paritarias con real poder de decisión? No se trata sólo de sumar más mujeres, sino de incluir una perspectiva feminista. 

 

  3. De conversatorios, comisiones e informes, materias y manuales 

En línea con esta nueva agenda de género en la arena pública y la aprobación de la Ley Micaela (27.449), la UBA puso en marcha un curso de género. Con ese mismo espíritu se generaron en nuestra Facultad una serie de materias sobre género que pueden cursarse por estudiantes de las distintas Carreras. Apoyamos toda acción que contribuya a la formación de la comunidad en la materia. Sin embargo, la gestión de nuestra Carrera (cuyos funcionarios son varones) no realizó ninguna acción para trabajar seriamente la inclusión de perspectiva de género de modo transversal en el programa de estudios, ni tampoco para mejorar las condiciones de trabajo de las mujeres docentes de la Carrera. Nunca convocó a una reunión docente ni estimuló una agenda en este sentido. Nunca apoyó ninguna de las iniciativas que propusimos, como ser el análisis colectivo de la estructura de cátedras. 

Tal como señalamos oportunamente no se trata de generar comisiones o actividades distractoras que midan la vara de la desigualdad de género hacia fuera, sino en discutir sinceramente medidas concretas para mejorar la desigualdad de género y las violencias existentes puertas adentro. 

Convocamos a parar y a marchar.

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